1988: El mundo está al borde de la destrucción absoluta. La tecnología
avanzada fue la causa de una terrible explosión que desencadenó una
guerra nuclear y devastó las grandes ciudades del planeta. Treinta años
después, sobre las ruinas de Tokio,
se alza la megalópolis de Neo-Tokio, una ciudad opresiva e inhumana
cargada de problemas como el desempleo, la violencia, la droga y el
terrorismo. Las sectas religiosas y los grupos extremistas,
aprovechándose de la insatisfacción de los ciudadanos, cultivan el mito
de Akira, un "niño cobaya" depositario de la "energía absoluta" cuya
resurrección significaría para Japón el amanecer de una nueva era.